Llegó el tiempo de que un niño pequeño llamado Pedrito tuviera que ir al jardín de infancia por la primera vez. Fue un gran acontecimiento para él. Todo el tiempo escuchaba historias de que iba a conocer muchos niños con los que podría jugar y pasar el tiempo. Aprendió también que se necesitaba un montón de cosas nuevas para el jardín de infancia, incluso la bolsa. La idea de tenerla lo hizo muy contento, porque sabía que sería capaz de poner dentro de ella su amigo (un oso de peluche). Un día llegó a su mami y le pidió que le cosiera una bolsa porque sabía que a su madre le gustaba crear a la máquina. “¡Qué maravillosa idea!” - exclamó contenta. Más tarde, mami estaba pensando un largo tiempo, diseñando, hasta
que finalmente cosió una bolsa muy especial. Pedrito se enamoró de ella inmediatamente. Se podía ver su nombre sobre ella, por lo que sabía que lo encontraría en el vestuario del jardín de infancia sin problema alguno. En este gran día, puso en la bolsa su oso, zapatillas y fue al jardín de infancia con una sonrisa en la boca. Fue un día especial para los dos, Pedrito y su mamá.
Mamá, mirando la alegría de su hijo, decidió que le gustaría que todos los niños se sintieran tan especial como Pedrito yendo al jardín de infancia. Decidió crear la empresa EMIKO STORE. Hoy es un taller que cose las más bellas y únicas bolsas para el jardín de infancia para los niños. Hace algún tiempo, a la misma mamá se le ocurrió la idea de ajustar las bolsas. Gracias a los tapones los que colocó al final del cordel, las bolsas se pueden ajustar fácilmente.

Resulta que somos los únicos y primeros en el mundo en utilizar una solución de este tipo, lo que nos hace
una empresa única. Sabemos que es los más importante para los niños. ¡Patentamos la tecnología! Gracias a ella la bolsa crece con el niño y es adecuada tanto para un niño de 2 o 10 años de edad.

Nuestros productos son probados muchas veces por los niños que los arrojaban, ensuciaban, empapaban, tiraban de los cordeles, los llenaban con sus tesoros y comprobaban su fuerza, llenándolas hasta el borde con piedras.
¡Las bolsas “salieron” airosas de cada de esas pruebas!
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